SEMANA SANTA: VISTAMOS A NUESTROS SANTOS Y VÍRGENES
Se acerca la semana santa, y como era de esperar, es la época de renovar y vestir a nuestros santos y vírgenes con los atuendos más bonitos y solemnes que podamos.
Un poco de historia sobre el mantón
El manto, concebido como un elemento iconográfico y comprendido como un atributo de protección, no es una concesión única y exclusiva de la representación de la Virgen María. Desde un punto de vista antropológico, e incluso materialista, se trata de una pieza que formaba parte de las más arraigadas tradiciones de los pueblos precristianos, que simboliza la custodia y auxilio ejercido por el que lo porta o lo coloca hacia la persona que lo recibe.
Por ello mismo, existen una serie de actos que conllevan el envolvimiento de una persona, de una forma un tanto protocolaria, y traen consigo un significado de amparo, atención y cuidado. Sirva de ejemplo de ello los ritos judíos de adopción y matrimonio en el que el hombre cubre bajo un velo a la mujer con la que se casa.
Más allá de las representaciones divinas, en épocas posteriores, veremos una traslación de este símbolo hacia reyes y obispos, como un signo de poder y pertenencia a un estrato social superior, bajo el que cobijar a súbditos, acusados y a todo aquel que buscara refugio.
Por ello, La principal simbología del manto de la Virgen Maria es de capa protectora de todos nosotros, el cual se encarga de darnos protección. Los hay tan diversos como imágenes de la Virgen hay representadas.
En la antigüedad el manto tipifica la cobertura y protección de Diosa los profetas que ya utilizaban mantos de piel de ovejas, confeccionada con lino y algodón. Y en el Nuevo Testamento se usan los términos himátion, una ropa exterior, una capa; jlamús, «manto» ependúts, un «ropaje exterior» términos genéricos para cualquier vestimenta* exterior (puede ser un Manto o una capa; no necesariamente la capa de un pescador, como creen algunos) jiton, «vestidura».
Existían Mantos de adoración, Mantos de alegría, mantos de celo de Jehová, Mantos de Justicia, Mantos de amor y misericordia.
¿Qué tipos de mantos bordados existen?
Los bordados de mantos religiosos nos ofrecen diversidad como son los mantos de salida, mantos de camarín, mantos largos, mantos cortos, el manto bordado combinado con colores de tejido nos da una combinación y riqueza ilimitada dentro del mundo de los mantos.
Los colores que se usan para la base del mato son muy importantes, pues están relacionados con los cuatro elementos: el rojo del fuego; el verde del agua; el azul del aire y el marrón de la tierra. por lo tanto, podemos definir los siguientes colores tanto para el manto como para la saya.
Color Rojo: este color representa el fuego, el amor, la sangre derramada por los mártires y por Jesucristo. Es un color que también representa al Espíritu Santo.
Color Negro: es sin duda el color del dolor y la desesperanza, utilizado normalmente en Semana Santa durante la pasión y muerte de Jesús.
Color Azul: este color es el más utilizado en los mantos para la Virgen. Simboliza la pureza de María y es un color mariano por derecho.
Color Blanco: es el color del nacimiento, de la vida y de la eternidad, es el color de la luz. Los ángeles se suelen representar con el color blanco.
Color Marrón: en este caso el color marrón representa la humildad y significa que María está preparada para recibir la semilla de Dios y que fructificará después de haber labrado la tierra.
Color Amarillo: no es un color que se utilice mucho, pues representa la envidia.
Color Oro: este color habla de la divinidad. Por ello cualquier manto realizado en este color significa que María fue la escogida para ser la madre de Jesucristo, Maria fue santa y pura.
Color Purpura: este color es aplicado a las más altas dignidades desde épocas muy antiguas. Según las escrituras era habitual que la Virgen tejiera con hilo de este color la vestimenta que llevaría el Salvador, Jesús.
Color Verde: representa a la naturaleza, la cual se está renovando continuamente, por eso simboliza el amor naciente y la esperanza. Color también muy utilizado en la Semana Santa como símbolo de la esperanza.
¿Por qué no tener en cuenta tu colorimetría para vestirte en Semana Santa?
El tejido estrella de la Semana Santa: el terciopelo
Ribes & Casals, apuesta por tejidos aterciopelados y bordados, estilos característicos de los mantones de nuestros íconos más preciados de una época marcada por mucho sentimiento y por mucho trabajo, sobre todo, por todos/a artistas que confeccionan cada año los bordados de los mantones, labor indispensable para acicalar en sus procesiones, tanto a los miembros de las cofradías como a las figuras que representan.
Suave, pero, a la vez, áspero. Intenso a la par que ligero. Capaz de transportar a otro mundo. Su tacto es puro, virgen y original. Velloso y, en ocasiones, suntuoso. Es el terciopelo, el tejido de nuestra Semana Santa. Y es que, en nuestros días cofrades por excelencia podemos observar multitud de telas que dan forma al sueño de una hermandad, pero, sin duda, ninguna tan característica como el terciopelo.
El terciopelo es el tejido sobre el que se borda el oro de muchos mantos y sayas. También el de los faldones y el de muchos palios. Es el tejido de la devoción. Ese que muchos anhelan rozar con la yema de los dedos porque así se siente más cerca de sus imágenes.
De terciopelo también son los antifaces del cortejo nazareno de muchas hermandades que procesionan en nuestra Semana Santa.
Dicen que el origen del terciopelo hay que buscarlo en el Lejano Oriente, hacia finales del siglo XIII. Sin embargo, se sabe que los antiguos faraones egipcios usaban tejidos muy similares a los actuales terciopelos, de hecho, hay referencias de hace más de 3.000 años de existencia.
Las características peculiares del terciopelo, la suave profundidad espléndida del color del tinte que exhibía, lo hacían perfecto para encajar en los trajes oficiales y colgantes suntuosos. Por lo tanto, siempre fue un tejido con ciertas connotaciones poderosas.
Así las cosas, el terciopelo se configura como el tejido oficial de nuestra Semana Santa. Otros como el tisú, el ruan o el damasco le siguen muy de cerca pero no alcanzan la representatividad que el terciopelo tiene.
En Ribes & Casals apostamos por tejidos de calidad, con gran variedad de tonalidades para que todas las cofradías tengan acceso a los modelos y estilos de su hermandad. Ofrecemos varias calidades de terciopelo, de poliéster, con un acabado increíble, pero con la seguridad de que se puede lavar sin miedo, pensado sobre todo para las capas de los miembros que salen en procesiones con sus imágenes en estas fechas tan señaladas.
El poco peso que tiene y la versatilidad de usos hacen de esta calidad, un indispensable en nuestra Semana Santa. Tejido a base de fibras de poliéster que aumentan su durabilidad pues no se arruga fácilmente.
Nuestro tejido de terciopelo es apto para decoraciones proporcionando una apariencia sofisticada y noble con un cierto brillo por las fibras de poliéster.
El terciopelo de algodón, un top en nuestro catálogo, con un acabado fino y una apariencia señorial, el terciopelo de algodón aporta gran calidad en la confección de los mantones de las imágenes que salen a procesión en estas fechas.
Con gran caída y peso, totalmente opaca, con cuerpo y caída, de tacto aterciopelado y suave, todo un clásico en elegancia aporta ese toque solemne que se requiere en este tipo de trabajos artesanales. Ideal para el bordado que hemos comentado en los mantones, es un tejido con un brillo especial, un tacto suave y una calidad suprema.